21.08.2010, 14:08
Sonetos satíricos
Los santitos y los santones
-Dime, Colás, ¿qué gente son aquellas?
-¡Ay, Gil! de la plazuela son vecinos.
-¿Cuál es su ocupación? -Mondar pepinos
y ver de cuando en cuando las estrellas.
-¿No han tenido ilusiones? - Y muy bellas.
-¿Y hoy? - Comulgan con ruedas de molino.
-¡Desgraciados! -No tal; mira que finos
del que sube al poder siguen las huellas.
-Santitos me parecen. -Son santones.
-Deben estar tronados.- Ni por pienso.
-¿Quién les trajo a tal punto?- Sus engaños.
Del campo liberal son cigarrones;
¡su atmósfera mejor es el incienso,
y su enemigo capital los años!
El candidato
¡Miradle! De un jumento sobre el lomo
de recorrer acaba su distrito,
donde al verle llegar, un solo grito,
ha rasgado los aires:- ¡Ecce Homo!
De un título conoce al mayordomo
y le apoya el gobierno por escrito;
toda su ciencia es ciencia de garito
con algunas nociones de hipódromo.
Mañana le veréis en la tribuna
discutiendo las leyes o el catastro,
y aplaudiréis su plática importuna.
Del cielo del poder vendrá a ser astro...
y quizá, si le ayuda la fortuna,
llegue a vender cerillas en el Rastro.
La erupción
Hierve la sangre en las heladas venas,
fuego brotar perecen las mejillas,
se doblan hacia el suelo las rodillas
y el hombre más audaz respira apenas.
Rompiera, a hallarse preso. las cadenas,
y de valor hiciera maravillas;
pero siente en el cuerpo unas cosquillas
que vértigo le dan y angustia y penas.
Arroja espuma su entreabierta boca,
retuércese en las sienes el cabello,
todo le hiela y todo le sofoca;
Su bronco respirar es ya resuello...
rompe al fin la erupción, y sólo toca
un grano en la nariz y otro en el cuello.
Los santitos y los santones
-Dime, Colás, ¿qué gente son aquellas?
-¡Ay, Gil! de la plazuela son vecinos.
-¿Cuál es su ocupación? -Mondar pepinos
y ver de cuando en cuando las estrellas.
-¿No han tenido ilusiones? - Y muy bellas.
-¿Y hoy? - Comulgan con ruedas de molino.
-¡Desgraciados! -No tal; mira que finos
del que sube al poder siguen las huellas.
-Santitos me parecen. -Son santones.
-Deben estar tronados.- Ni por pienso.
-¿Quién les trajo a tal punto?- Sus engaños.
Del campo liberal son cigarrones;
¡su atmósfera mejor es el incienso,
y su enemigo capital los años!
El candidato
¡Miradle! De un jumento sobre el lomo
de recorrer acaba su distrito,
donde al verle llegar, un solo grito,
ha rasgado los aires:- ¡Ecce Homo!
De un título conoce al mayordomo
y le apoya el gobierno por escrito;
toda su ciencia es ciencia de garito
con algunas nociones de hipódromo.
Mañana le veréis en la tribuna
discutiendo las leyes o el catastro,
y aplaudiréis su plática importuna.
Del cielo del poder vendrá a ser astro...
y quizá, si le ayuda la fortuna,
llegue a vender cerillas en el Rastro.
La erupción
Hierve la sangre en las heladas venas,
fuego brotar perecen las mejillas,
se doblan hacia el suelo las rodillas
y el hombre más audaz respira apenas.
Rompiera, a hallarse preso. las cadenas,
y de valor hiciera maravillas;
pero siente en el cuerpo unas cosquillas
que vértigo le dan y angustia y penas.
Arroja espuma su entreabierta boca,
retuércese en las sienes el cabello,
todo le hiela y todo le sofoca;
Su bronco respirar es ya resuello...
rompe al fin la erupción, y sólo toca
un grano en la nariz y otro en el cuello.