21.08.2010, 14:11
¡Maldita pereza!
Al bosque me llevó mi fantasía,
y en su fondo, erizado de retamas,
hallé un gigante pino, cuyas ramas
eclipsaban la luz del mediodía.
Su viejo hendido tronco parecía
reptil informe de ásperas escamas,
y su copa volcán de verdes llamas
que sobre tierra y aire se extendía.
Bajo su dulce sombra reclinado
en los goces pensé de la existencia,
y en la felicidad que va a su lado:
Recordé de los años la sentencia,
até al pino un cordón bien ensebado,
¡y no me estrangulé... por indolencia!
Al bosque me llevó mi fantasía,
y en su fondo, erizado de retamas,
hallé un gigante pino, cuyas ramas
eclipsaban la luz del mediodía.
Su viejo hendido tronco parecía
reptil informe de ásperas escamas,
y su copa volcán de verdes llamas
que sobre tierra y aire se extendía.
Bajo su dulce sombra reclinado
en los goces pensé de la existencia,
y en la felicidad que va a su lado:
Recordé de los años la sentencia,
até al pino un cordón bien ensebado,
¡y no me estrangulé... por indolencia!