28.08.2010, 17:16
Langle, Plácido
Spanien
En la velada
Para ahuyentar mis lágrimas sombrías,
que el alma intenta reprimir en vano,
risueña avanzas al brillante piano
y evocas los recuerdos de otros días.
Traduces las sublimes melodías,
obra inmortal del genio soberano,
y a los conjuros de tu blanca mano
se llenan los espacios de armonías.
Escuchando sus ecos singulares
que vagan por los ámbitos perdidos,
se disipan mis tétricos pesares,
y quedan mis potencias y sentidos
pendientes de tus lánguidos cantares,
en cascadas de perlas convertidos.
Spanien
En la velada
Para ahuyentar mis lágrimas sombrías,
que el alma intenta reprimir en vano,
risueña avanzas al brillante piano
y evocas los recuerdos de otros días.
Traduces las sublimes melodías,
obra inmortal del genio soberano,
y a los conjuros de tu blanca mano
se llenan los espacios de armonías.
Escuchando sus ecos singulares
que vagan por los ámbitos perdidos,
se disipan mis tétricos pesares,
y quedan mis potencias y sentidos
pendientes de tus lánguidos cantares,
en cascadas de perlas convertidos.