11.09.2010, 10:25
Ortega, Juan
Cuba
¡Anhelo!... ¡anhelo!
¡Anhelo!... ¡Caro anhelo! No hay un día
que no vengas torturas a traerme
y a despertar el ruiseñor que duerme
en el jardín azul del alma mía.
No vengas a aumentar mi fantasía
ni en vanas ilusiones a mecerme;
deja que pase mi existencia inerme...
Anhelo, no exacerbes mi agonía.
Que es maldición que -nuevo Prometeo-
al Caúcaso fatal de mi deseo
encadenado viva, y mis entrañas,
-nidal de mis románticos lirismos-
haciendo su festín en los abismos,
las devoren los buitres y alimañas...
Cuba
¡Anhelo!... ¡anhelo!
¡Anhelo!... ¡Caro anhelo! No hay un día
que no vengas torturas a traerme
y a despertar el ruiseñor que duerme
en el jardín azul del alma mía.
No vengas a aumentar mi fantasía
ni en vanas ilusiones a mecerme;
deja que pase mi existencia inerme...
Anhelo, no exacerbes mi agonía.
Que es maldición que -nuevo Prometeo-
al Caúcaso fatal de mi deseo
encadenado viva, y mis entrañas,
-nidal de mis románticos lirismos-
haciendo su festín en los abismos,
las devoren los buitres y alimañas...