Peralta, Eduardo
Costa Rica
Hidalgos y morelos
I
El grito de Dolores es la voz que despierta
la conciencia de un pueblo sumida en el letargo,
clarín de Roncesvalles que en penetrante y largo
clamor, esparce al viento un infinito alerta.
Morelos tiene el alma para ese grito abierta;
su paz de sacerdote trueca por el amargo
trajín del guerrillero, y en el sublime cargo
de encender en las almas la fe constante y cierta.
¡Oh, sí! Cuando de Hidalgo el enemigo hiende
la vida, cuando su alma al infinito asciende,
parece que una herencia dejara en el suplicio;
Morelos la recoge con serena mirada;
bien sabe que el martirio cortará su jornada,
que ha de ser de su vida, corona el sacrificio.
II
Son Hidalgo y Morelos como el gran Don Quijote
constante enamorado de sin par Dulcinea;
son firmes paladines de una sublime idea;
llevan en sus escudos el más altivo mote.
Tienen sangre impetuosa; son un soberbio brote
de la estirpe de libres, de la noble ralea
que acción y ensueño juntan; de los que en la pelea
mueren mas no hay empuje que si ideal derrote.
Casta de los que dejan a su paso una llama
que prende inextinguible y a su paso derrama
devorador incendio sobre la tierra impura.
Quien caer los contempla, los ojos a los cielos
levanta en el instante. Son Hidalgo y Morelos
eterna para el alma, una visión de altura.
Costa Rica
Hidalgos y morelos
I
El grito de Dolores es la voz que despierta
la conciencia de un pueblo sumida en el letargo,
clarín de Roncesvalles que en penetrante y largo
clamor, esparce al viento un infinito alerta.
Morelos tiene el alma para ese grito abierta;
su paz de sacerdote trueca por el amargo
trajín del guerrillero, y en el sublime cargo
de encender en las almas la fe constante y cierta.
¡Oh, sí! Cuando de Hidalgo el enemigo hiende
la vida, cuando su alma al infinito asciende,
parece que una herencia dejara en el suplicio;
Morelos la recoge con serena mirada;
bien sabe que el martirio cortará su jornada,
que ha de ser de su vida, corona el sacrificio.
II
Son Hidalgo y Morelos como el gran Don Quijote
constante enamorado de sin par Dulcinea;
son firmes paladines de una sublime idea;
llevan en sus escudos el más altivo mote.
Tienen sangre impetuosa; son un soberbio brote
de la estirpe de libres, de la noble ralea
que acción y ensueño juntan; de los que en la pelea
mueren mas no hay empuje que si ideal derrote.
Casta de los que dejan a su paso una llama
que prende inextinguible y a su paso derrama
devorador incendio sobre la tierra impura.
Quien caer los contempla, los ojos a los cielos
levanta en el instante. Son Hidalgo y Morelos
eterna para el alma, una visión de altura.